El tratamiento de la muerte de las personas en los medios de comunicación es un tema envuelto en polémica. Un acto como la muerte debería ser respetado plenamente, pero el asunto se complica cuando aparece la cuestión de si debe primar la información en cualquier caso o si deben aceptarse excepciones. Lo que sí es cierto es que cada situación concreta debe ser analizada y debatida por separado.
Por una parte, podemos encontrarnos, por ejemplo, con fotografías informativas explícitas de personas al borde de la muerte o directamente abatidas en una guerra. En este caso son fotografías de denuncia que, como tal, llevan unido el calificativo “informativas”: es necesario informar a la sociedad de realidades muchas veces silenciadas por muy crudas que sean las imágenes. De esta manera, es posible que más de uno despierte de su profundo letargo y se interese no sólo por lo impactante de la imagen sino por el determinado conflicto en sí. Es una fórmula utilizada para crear empatía en aquellas personas que no conocen el significado del término.
Sin embargo, la línea entre lo puramente informativo y la imagen “ficticia”, aquella que ha sido retratada simplemente por su impacto visual (y a veces incluso provocada), es muy difusa. El problema aparece cuando en vez de retratar esa realidad lo que se pretende es buscar la imagen más sangrienta, más impactante, primeros planos de personas muertas que no añaden información adicional a la noticia, sino que están destinadas a ser publicadas por puro espectáculo o morbo que puedan suscitar en el público, con el fin de obtener una mayor atención y audiencia y, por tanto, mayores ganancias. Esto es lo que sucedió con la portada de El País Semanal del 1 de marzo de 2009, en la que aparece una fotografía del cadáver desnudo de una mujer que fue violada y asesinada en Ciudad Juárez, tomada en el interior de una sala de autopsias (ver: apartado Juárez, fotografía número 30). La actuación de su autor fue la de ir a ese recinto en busca de una fotografía que no dejara indiferente a nadie, pero se trata de algo pensado con antelación y no de una fotografía tomada en el mismo momento en que se produce un hecho. Esa falta de espontaneidad hace que la fotografía sea aún más frívola si cabe, a la vez que el hecho de que el cadáver no esté cubierto no aporta más información al asunto, sino más morbo, más curiosidad insana, daño de la sensibilidad o simple impacto visual dependiendo del receptor.
Todo esto debe planteárselo un medio de comunicación ante determinadas imágenes antes de su publicación. Debe plantearse que, teóricamente, los fines que pretende con sus informaciones deben ser puramente informativos; no obstante, en la práctica muchas veces tiene más peso todo aquello que vende más que una información pura. Asistimos a una especie de circo o show mediático en que lo que menos importa es el respeto por las personas, aun después de muertas (mucho menos si no son de nuestra misma nacionalidad).
Una servidora considera que la fotografía de aquella portada jamás debió ser publicada y menos aún, utilizada como reclamo. Da la sensación de que se aprovechan del cadáver para que pose como una modelo de pasarela (colocado intencionadamente de costado), sin maquillaje pero con iluminación adecuada incluida. Hubiera suscitado menos polémica si el cuerpo estuviese tapado, pues se mantendría oculta la identidad de la persona (aunque distorsionaran el rostro en la foto original, sigo considerando que es insuficiente) pero aún así, supongo que existían más posibilidades aparte de esta versión polémica para hablar sobre los crímenes que se cometen en Ciudad Juárez, un tema sobre el que, sin duda alguna, debe ser informada la sociedad. Esas otras opciones pueden alcanzar desde la utilización de un titular atractivo para captar la atención del lector (sin caer en el sensacionalismo) hasta cualquier otra fórmula más legítima que la que se empleó en su día, por ejemplo, mediante otras fotografías sobre el asunto como pueden ser las cruces en memoria de las mujeres asesinadas, imagen también más fácil de relacionar con el feminicidio de Ciudad Juárez que una sala de autopsia, que sin un texto que contextualice la fotografía no tendría un significado completo a primera vista.
¿Hasta qué punto puede tomarse la muerte de una persona como un producto informativo en sí con un precio fijado?
Sencillamente genial, Nere.
ResponderEliminares tan delgada la línea que a veces separa la información del morbo que es un milagro que cada día no nos topemos con decenas de imágenes de esas que hacen que se te ponga un nudo en el estómago... supongo que en nuestras manos está que el lado del morbo no gane al de la información, ¿no?
ResponderEliminargenial el blog, Nerea, mi más sincera enhorabuena :)
¡un saludo!
Ya sabes que es un tema que no se abandona... Hay demasiadas muertes a diario, nos estan acostumbrando tanto al morbo que llegará el día en que no nos asustará ni vernos morir desangrados en un espejo.
ResponderEliminarMe alegro que os guste y ¡muchas gracias a todas por leerme y por comentar!
ResponderEliminarIris, por lo menos habrá que intentarlo, sí, tenemos todo el tiempo del mundo por delante para conseguir que esto no vaya a más ;)
Raquel... ¡espero no tener que ver nunca esa escena! pero en el fondo tienes razón en lo que dices, que muchas veces ya ni nos estremece ver tanta sangre y tanta violencia de tan acostumbrados que estamos a verla, pero si te lo planteas y llegas a esa conclusión es que todavía no estamos perdidos del todo ;)
Tienes un blog genial!Cuando ya lo vi en clase ya me causó buena impresión pero ahora leyéndolo sólo puedo decir que ha sido una buena idea y está muy bien.
ResponderEliminarTe sigo!
XD
¡Gracias por seguirme, espero no defraudar!
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